domingo, 17 de agosto de 2014

Arlequín



Lloraba mi arlequín,
y su lágrima, un rombo deslizante,
estelaba el terso y suave tejido de su estructura.

Lloraba mi arlequín,
y la tristeza del mundo la hacía suya
como fulminantes haces de luz que manaban de sus ojos,
-¡Pobre arlequín!

¡Un grito de rabia y dolor!
mi arlequín se muere sin remedio en su esquina de silencio.
el mundo de la indiferencia lo ahoga
con las manos del egoísmo que todos alimentamos.

Lloraba mi arlequín
viendo pisoteadas las esperanzas eternas
que no se deben enterrar,
y su piel blanca se estría por el amor desechado.

Lágrimas de sangre negra
llenan el cauce del odio entre hermanos,
ríos de Caín surgen entre los abrazos puros
rompiendo los lazos de la salvación.

Lloraba mi arlequín,
y entre trigales de púas arrastra la cruz afilada
con la esperanza de salir del fondo
de las oscuras aguas del odio.

Y la tragedia,
como única acompañante del triste arlequín,
guía los pasos del mundo
hacia el abismo perfecto sin posibilidad de volver.

Lloraba mi arlequín
pensando que aún se puede salvar
lo que nos queda de humanos.

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