jueves, 11 de septiembre de 2014

Otoño



El calor está huyendo y la luz cada día cae antes.



Algo está cambiando a mí alrededor,

algo fresco que me deja respirar versos desarmados arrastrados por el aire.


El húmedo frescor del otoño

deja surcos de lágrimas que corren en mis ventanas hacía esa meta,

soporte del cristalino entierro de su recorrido,

y al final, plasmado en el vidrio,

queda el corazón perenne y frio.

Ese húmedo frescor del otoño

me recuerda que es la época en la que florecen los románticos,

esos románticos tristes de amor

que lanzan sin piedad sus envenenadas flechas

de poemas rotos.


El calor está huyendo y la luz que cada día cae antes,

me recuerda que el papel seco y agrietado,

necesita respirar  la vida,

esa vida que mi pluma le ofrece  a través de sus negras venas.


El papel respira,

y el húmedo frescor del otoño mueve mi mano,

y sin poder tocarte,

sigo tatuando mis sentimientos como forja caliente entre tu piel y la mía.


Sigo tatuando mis sentimientos en ti,

y el calor huyendo arrastra mi apatía

dejando paso al húmedo frescor otoñal que me bautiza

con musas románticas que acarician mi inspiración.

Está llegando el otoño

y el halo circuncéntrico de las ideas,

está uniendo las plumas fatigadas de otros tiempos,
unión de fortaleza, unión blanca  y negra,

palabras sueltas.


Sonidos entrelazados

onomatopeyas que cubren el ambiente

creando ocultos mensajes que vuelan de beso en beso,

de rima en rima.


Está llegando el otoño arrastrando la proxemia

de propincuos corazones templados de amor

y se plasman en papiros viejos

dulcemente guardados.


El calor está huyendo y la luz cada día cae antes

reviven los amantes de amor pacientes,

poetas de siempre empuñando la pluma de los pecados,

poetas románticos.


Ha llegado el resurgir de los poetas

entre los vientos de otoño

y con ellos sus poemas.