miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS POETAS MUERTOS

 Dicen que los poetas románticos estamos muertos
porque entregamos el corazón en cada poema que con sangre escribimos.
Dicen que tenemos un hueco en el pecho
que utilizamos para guardar recursos literarios, estilísticos, retóricos
y tantas palabras bonitas, que al final se expanden por nuestras venas
como el veneno que nos da la vida.
Dicen, que en cada verso que escribimos, se nos escapa el alma
porque entregamos hasta la última gota de nuestra pasión rota,
y morimos por esa pasión tan rota y lejana como aquella batalla perdida,
con la que nos desangramos en cada verso que derramamos en el papel.
Y dicen que los poetas románticos utilizamos las rimas
como válvulas de escape a la presión sin razón de amores perdidos,
y que preferimos un crepúsculo sombrío, triste de lágrimas grises,
a la felicidad de flores bellas como los labios de amadas
inherentes a su sensualidad.
Dicen que somos oscuros y tristes
y se nos pronostica un pérfido final a lo natural, desleal a lo establecido,
un final a la vida, porque dicen que somos poetas románticos en el mejor sentido del romanticismo.
Soy romántico de saetas hirientes, con pensamientos escritos
en las plumas que las guían, soy tatuador de besos con el dolor de la verdad,
y sobre todo soy un poeta que ha cambiado su corazón, por agradecidos momentos de tristeza en mi oscura esquina de eternidad,
esa esquina que me ha dado momentos banales y momentos preciosos
de reflejos aterciopelados en tinta mate.
Soy poeta y muero cada vez que escribo,
porque mi sangre es la tinta que te enamora cada noche,
mi sangre te inunda con cada piropo hecho verso,
y soy poeta porque mis letras son las caricias
que te rozan en tu solitaria espera.
Soy poeta porque entrego mi vida en cada verso,
porque muero,
soy un poeta muerto de amor.

domingo, 30 de noviembre de 2014

TE TENGO EN MIS MANOS





Los retales de tristeza que cubren mi corazón  ya están desapareciendo y sólo queda el pasado de una lírica abstracta con notas musicales salpicadas en el pentagrama del  amor.
Una sed insaciable de ordenadas ideas bombardea mi instinto de poeta, y mi mano, buscando la perfección, cae en el sueño de la pluma, desatando un huracán de palabras que remueve todo mi mundo.




Sangre entre largas letras tiñen mis sentimientos, y una cordura banal 
va ordenando cada pensamiento en una formación leal.
Entre brumas los atardeceres repliegan sus alas sobre frases de amor, y entre brumas, gritos de dulces ideas, afloran entre el crepúsculo que avanza sin compasión sobre la luz eterna.
Lágrimas de alegría, sombras templadas,
la noche fría envuelve nuestras almas con los sedimentos de la pasión.
Alegres lágrimas entre los húmedos besos que calientan la vigilia de los pálpitos de mi corazón, lágrimas de frio intenso derretidas en ríos de bellos adjetivos, derretidas en los sentidos y derritiendo los sentidos.

Y entre besos y palabras se nos pasó la noche.
Mi pluma da la bienvenida a la luz de la cordura y comienza a plasmar el mar de lo vivido sobre los trozos de mi imaginación.
Recuerdos amables de gemidos vivos y cálidos, dejando entrever arañazos rojos de piel como partituras amargas de notas agudas, vestigio del éxtasis subido al caballo del pretérito y con el futuro incierto de mi esperanza.

¿Dónde estará mi corazón? y, ¿dónde el tuyo? cuando, sin poder evitarlo,
nuestra luz se quede atrás en ese monótono recorrido sin frenos
que vuelve a darme la esperanza de otro placer eterno.
¿Dónde estaremos? si las cuerdas que unen la débil alegría y
que recorren los lejanos pasillos de mi esperanza, ¡se están rompiendo
por culpa de la traicionera realidad a la que debo enfrentarme!



Cuando se haga de noche no estarás, y mi pluma sólo hará un retrato
de la fantasía de un momento, pero me quedaré con el sueño y podré reescribir nuestra historia porque te tengo en mis manos.

sábado, 18 de octubre de 2014

LAS TORRES



Después de la última batalla perdida,

caminando entre los pedazos de mi fracaso,

extasiado por la desilusión y sin poder unir los hilos

de la vida que me queda con la alegría perdida,

levanté el muro que me protegería de la realidad.


Después de ver marchar a los seres de ropajes negros

que tratan de cegarme el amanecer de mis días,

con sus sangrantes manos de pérfidos corazones,

levanté cuatro torres que rematan mi muro

protector de los miedos y redentor de mis pecados.


Cuatro torres altivas que vigilan mi alma

impidiendo otro ataque de nuevos sentimientos frustrados,

torres construidas con la amargura de tantos desengaños,

negras, de piedra románica con la espesura de la eternidad,

protectoras del futuro que aún me queda.


Cuatro torres que se forjan con lágrimas y odio

duras, impenetrables e inaccesibles,

destinadas a separarme de las dulces palabras

que se dicen sin pensar y traen tristes desenlaces,

torres que asustan por su indiferencia hiriente.


Después de otra batalla perdida

me invade el  cansancio de tantos reproches

que crecen dentro de mi como un virus que me domina

y me convierte en una figura de piedra que asimila

tantas caídas que ya acepta como normal el fracaso.


Las torres de mi inconciencia que entre la negra esperanza,

mecen la cuna de mi corazón roto

y me llenan la cabeza de recursos saturados de odio,

creando a mi alrededor una coraza de soledad

que me mueve hacia un solitario futuro teñido de negro.


Esperanzas rotas cuelgan de mis torres,

sueños de amor pisoteados, como trofeos cuelgan,

y cuelga mi voz como gemido de lamentaciones

porque las torres protegen mi alma

de nuevos sentimientos frustrados.

jueves, 9 de octubre de 2014

Me pierdo

Me pierdo en la oscuridad de tu pelo,
cuando el viento lo revuelve como los hilos
que tejen sudarios de amor.
Me pierdo en el verde de tu mirada,
cuando la mar lo ha teñido de cálidas olas
que alcanzan mi orilla.


Me pierdo entre las espinas de tus caricias
que erizan mis sentimientos, mientras dejas marcas como surcos en la piel de tu pasión.
 
Me pierdo cuando no estás,
y me pierdo cuando te vas cada noche,
después de entregarme el aliento de tu vida.


Me pierdo sin tu presencia,
y necesito la mirada que me indique
el camino que forjamos entre los dos,
necesito tu amor,
y me pierdo si no estás.


Me pierdo sin tus palabras
que calientan mi esperanza en la noche olvidada
cuando piensas que todo ha sido una fantasía.
Me pierdo en la poesía
que nace de nuestros besos
recordando los momentos más inocentes.


Y me pierdo,
porque sin tu guía, el camino claro se pierde,
y como negros guijarros que arañan la piel,
mis ideas se clavan ensangrentando mi mente.
En la soledad me pierdo
y los arpones de oscura sinceridad me hieren haciendo que los ríos de roja esperanza
se encuentren con las negras ventanas de tu indiferencia.


Me pierdo en nuestro amor,
porque surgen laberintos erráticos
que distorsionan nuestros pasos
llevándonos hasta extremos tan alejados
que nuestros gritos de amor se hunden
en el silencio del olvido.
Y me pierdo en un angosto camino
contento, porque sin pena no hay premio
y esos premios difíciles están tan arraigados
que siempre van a perdurar.

Y tus lágrimas,
tus lágrimas refrescan mi esperanza, pero me pierdo,
sin tu presencia me pierdo porque necesito la otra mitad
que me impulse a la vida,
porque sin tus palabras con olor a futuro
mi presencia en este apartado oscuro no vale nada.

Me pierdo, sin ti me pierdo.




jueves, 11 de septiembre de 2014

Otoño



El calor está huyendo y la luz cada día cae antes.



Algo está cambiando a mí alrededor,

algo fresco que me deja respirar versos desarmados arrastrados por el aire.


El húmedo frescor del otoño

deja surcos de lágrimas que corren en mis ventanas hacía esa meta,

soporte del cristalino entierro de su recorrido,

y al final, plasmado en el vidrio,

queda el corazón perenne y frio.

Ese húmedo frescor del otoño

me recuerda que es la época en la que florecen los románticos,

esos románticos tristes de amor

que lanzan sin piedad sus envenenadas flechas

de poemas rotos.


El calor está huyendo y la luz que cada día cae antes,

me recuerda que el papel seco y agrietado,

necesita respirar  la vida,

esa vida que mi pluma le ofrece  a través de sus negras venas.


El papel respira,

y el húmedo frescor del otoño mueve mi mano,

y sin poder tocarte,

sigo tatuando mis sentimientos como forja caliente entre tu piel y la mía.


Sigo tatuando mis sentimientos en ti,

y el calor huyendo arrastra mi apatía

dejando paso al húmedo frescor otoñal que me bautiza

con musas románticas que acarician mi inspiración.

Está llegando el otoño

y el halo circuncéntrico de las ideas,

está uniendo las plumas fatigadas de otros tiempos,
unión de fortaleza, unión blanca  y negra,

palabras sueltas.


Sonidos entrelazados

onomatopeyas que cubren el ambiente

creando ocultos mensajes que vuelan de beso en beso,

de rima en rima.


Está llegando el otoño arrastrando la proxemia

de propincuos corazones templados de amor

y se plasman en papiros viejos

dulcemente guardados.


El calor está huyendo y la luz cada día cae antes

reviven los amantes de amor pacientes,

poetas de siempre empuñando la pluma de los pecados,

poetas románticos.


Ha llegado el resurgir de los poetas

entre los vientos de otoño

y con ellos sus poemas.









martes, 26 de agosto de 2014

El Amanecer de los Amantes


Desde que los primeros rayos de calor intenso
despiertan los sentidos de mi excitación,
sólo espero que mis ansias caigan presas
en la red de tu pasión.

Ha pasado la noche, y el frío del amanecer, entra por la ventana
insertando en mi pensamiento tus momentos soñados.

Desde que los primeros rayos de calor intenso
dejen entrever los surcos que dejé en tu corazón
y en las sábanas tibias, sólo espero tu mirada,
tus caricias, solo espero tu olor.

Que agonía la espera hasta el encuentro de nuestras almas,
pasará el tiempo entre miradas perdidas y ansias.

Ya ha pasado la noche y el alba  abre la ventana
que cerraste con la llave eterna del amor.
Los minutos, espinas envenenadas, se clavan
frenando mi razón.

Dejo caer las gotas de mi sangre dentro de este laberinto
para indicar el camino de mi ánimo.

Empieza a oscurecer y la noche nos abriga.
La ansiedad cansada del día ya está pidiendo perdón. 
Huelo tus pasos desde la nada por el húmedo camino
de mis lágrimas, amor.

Te siento como la ola siente la espuma que sin querer
corre hasta la felicidad de la orilla.

Vuelves a estar conmigo en las caricias eternas
de nuestro momento envuelto de rojo pasión.
Vuelves conmigo porque alimentamos la sangre
que fluye por las venas del dolor.

Y el dolor que yo sentía se desvaneció en la tarde
que arranqué tus besos más preciados.

 
Brillos eternos de felicidad, cada tarde llegan a mí.
Estamos juntos, los besos llenan de vida nuestro corazón
y como diamantes dejan estelas en nuestra piel,
los besos sellan nuestra unión.


En el futuro te veo aquí y en el abismo a mi lado,
nuestro amor inquebrantable, nuestro amor siempre de la mano.

  
Dedicado a Julia, mi mujer.